Stephanie (Kochmann) Porzecanski 1919-2010 סטפני (קוכמן) פורזקנסקי

From Alex Porzecanski, Stephanie’s eldest son:

Our mother, Stephanie (“Steffi”) Meta Kochmann, emigrated with her family from Germany in 1939 on the last ship to leave Hamburg harbour, the Cap Arcona, arriving in Montevideo, Uruguay. The family comprised her father, Walter Kochmann; her mother, Anne Marie (née Alexander) Kochmann; her grandmother, Natalie (née Wertheim) Alexander; and her younger sister, Gerda Kochmann.
She was 19 years old at the time, and soon met the twelve-years older man she would marry and who would become our father, Bernardo Porzecanski, because her family needed their German documents translated into Spanish, and also tutoring in the Spanish language, and he was doing those odd jobs.
At the time, our father, who had arrived in the mid-1920s from Latvia, was a beginning medical student who had taken on various jobs to sustain himself, whether as a glazier, translator, tutor and representative of pharmaceutical companies.
Steffi and Bernardo gave birth to me in January 1943, two years before the latter graduated from medical school. The other two boys followed at long intervals: Arturo in November 1949 and Walter (now Shuki) in July 1959. Steffi had studied to become a kindergarten teacher in Germany prior to her escaping with her family, and together with her sister Gerda, spent time working as a tutor in England thanks to the rescue program for Jewish children known as the Kindertransport.
Raised in Berlin by a wealthy family, she had been sent by her parents to complete her secondary studies in a finishing school in Lausanne, Switzerland, in order to spare her from the discriminatory Nuremberg Race Laws which isolated and disenfranchised German Jews. Steffi was fluent in German, French and English while in Europe, and then in Uruguay she learned and became fluent also in Spanish.
Our father practiced family medicine but also held positions at the University of Uruguay’s School of Medicine, where he became responsible for the production of various vaccines, as well as at the Ministry of Public Health, where he rose to become the head of the Rabies Prevention Institute.
Steffi was a homemaker during the first quarter-century after marrying Bernardo, initially managing the billing of his private medical practice, which took place in the evenings in the apartment that was our home, where our father saw his patients in a room turned into an office. She became very involved with the Uruguay chapter of WIZO, the Women’s International Zionist Organization, and particularly with its Sharon group of younger women, which raised funds for the advancement of Israeli women and their children.
Steffi loved books, especially biographies, and was extremely well read, so after her youngest son Walter started attending elementary school, she pursued her passion by attending the University of Uruguay’s School of Librarianship, completing in 1966 its two-year degree program. Upon graduation, she landed a position as the librarian of the Anglo-Uruguayan Cultural Institute, an offshoot of the British Council.
Several years later, after my wife and I moved permanently to Canada and my middle brother Arturo left for the United States, because the economic and political situation in Uruguay deteriorated greatly, Steffi and Bernardo decided to leave Uruguay and resettle in Canada with my youngest brother. On her way there, Steffi spent one year (1972-73) at the University of Pittsburgh, obtaining a Master’s in Library Science – her ticket to working as a librarian in Canada.
They settled initially in the city of London, Ontario province, where my wife and I were finishing up our medical training and starting a family. Steffi sought work and soon became the librarian at Northern Electric, the forerunner of Northern Telecom and then the now defunct Nortel company. While in London, my father restarted his medical career after revalidating his degree and doing a year of residency, and my brother Walter attended high school.
Soon after, upon finishing my residency in ophthalmology and my wife completing her studies and internship in medicine, we moved with our children to Powell River, a small city on the southern coast of British Columbia province. My parents wanted to follow us out there, but they had to settle for another small city in northern BC, Prince Rupert, because that was where they both found work – she as Chief Librarian of the Prince Rupert Public Library, and he as a physician in a medical clinic.
It would be several years later, in 1978, that my parents would be able to join us in Powell River, BC, where Steffi became a member of the local school board and my father continued to practice medicine. A decade later and already retired, they would move one last time to the beautiful city of Victoria, the provincial capital, because that was where my wife and I (and our three children) had gone to live, since they understandably wanted to keep living close to us in their old age.
Once in Victoria, Steffi and Bernardo became members of the Temple Emanu-El community and she set up a small library for the Jewish community and became involved with the local chapter of the Canadian Hadassah-WIZO. They lived out their lives there, with my father passing on in 1990 and Steffi in 2010.

שני תצלומים של סטפי משנת 1938 (בגיל 19)

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De Alex Porzecanski, el hijo mayor de Stephanie:

Nuestra madre, Stephanie (“Steffi”) Meta Kochmann, emigró con su familia desde Alemania en 1939 en el último barco que salió del puerto de Hamburgo, el Cap Arcona, llegando a Montevideo, Uruguay. La familia estaba compuesta por su padre, Walter Kochmann; su madre, Anne Marie (née Alexander) Kochmann; su abuela, Natalie (née Wertheim) Alexander, y su hermana menor, Gerda Kochmann.
En ese momento tenía 19 años y pronto conoció al hombre doce años mayor con el cual se casaría y que se convertiría en nuestro padre, Bernardo Porzecanski, porque su familia necesitaba que sus documentos alemanes fueran traducidos al español, y también instrucción en el idioma español, y él estaba ganando su vida en parte haciendo eso.
Nuestro padre, que había llegado de Letonia en la mitad de los 1920s, era en aquellos momentos un estudiante de medicina que para ganarse un ingreso había tenido diversos oficios como vidriero, traductor, tutor y representante de empresas farmacéuticas.
Steffi y Bernardo me dieron nacimiento en enero del 1943, dos años antes que él se recibiera de médico. Otros dos hijos varones nacieron luego de largos intervalos: Arturo en noviembre del 1949 y Walter (ahora Shuki) en julio de 1959.
Steffi había estudiado para convertirse en maestra de jardín de infantes en Alemania antes de escaparse con su familia y también, junto con su hermana Gerda, había trabajado en Inglaterra como tutora durante un tiempo gracias al programa de rescate para niños judíos conocido como el Kindertransport.
Hija de una familia pudiente de Berlín, ella había sido enviada por sus padres a un colegio en Lausana, Suiza, para cursar sus últimos años de estudios secundarios y para que no tuviera que sufrir la discriminación ordenada por las Leyes Raciales de Nuremberg que aislaron y quitaron derechos civiles a los judíos alemanes. Steffi había aprendido el alemán, francés e inglés en Europa, y en Uruguay aprendió a hablar y escribir muy bien el español.
Nuestro padre era médico general pero también cumplía funciones en la Facultad de Medicina del Uruguay, donde llegó a ser responsable por la fabricación de diversas vacunas en el Instituto de Higiene, y también para el Ministerio de Salud Pública, donde llegó a ser director del Instituto Antirrábico.
Steffi fue una ama de casa en el primer cuarto de siglo luego de su casamiento con Bernardo, aunque inicialmente administraba las cuentas de la práctica médica privada que el realizaba por las tardes y noches en una habitación convertida en oficina dentro del apartamento donde vivíamos. Ella se involucró mucho con la sucursal Uruguay de la organización mundial de mujeres WIZO y fue un miembro muy activo de su grupo Sharon de mueres jóvenes, quienes juntaban fondos para apoyar el progreso de las mujeres en Israel y también el de sus hijos.
A Steffi le encantaban los libros y ella leía mucho, especialmente las biografías, de manera que cuando su último hijo Walter empezó a asistir la escuela primaria, ella decidió cursar estudios de bibliotecnia en la Universidad de la República, de la cual se graduó después de dos años en 1966. Inmediatamente después obtuvo el puesto de bibliotecaria del Instituto Cultural Anglo-Uruguayo, un órgano apoyado por el British Council.
Varios años después, cuando mi esposa y yo nos fuimos para Canadá y mi hermano Arturo para los Estados Unidos, porque la situación económica y política del Uruguay se deterioró mucho, Steffi y Bernardo decidieron emigrar del Uruguay con mi hermano menor y rehacer sus vidas en Canadá. En camino para allá, Steffi pasó un año (1972-73) en Pittsburgh, EE.UU., para obtener su maestría en ciencia bibliotecaria – diploma necesario para ejercer su profesión en Canadá.
Ellos se establecieron inicialmente en la ciudad de London, provincia de Ontario, donde mi esposa y yo estábamos terminando nuestras carreras como médicos y empezando a tener familia. Steffi buscó trabajo y lo encontró como bibliotecaria de Northern Electric, empresa que luego se convirtió en Northern Telecom y luego en la ahora defunta Nortel. Fue en London que mi padre revalidó su título como doctor en medicina después de un año de residencia mientras que mi hermano Walter asistió a la escuela secundaria.
Poco después de yo concluir mi residencia en oftalmología y mi esposa sus estudios e internado en medicina, nos mudamos a Powell River, una pequeña ciudad en la costa sur de la provincia de British Columbia. Mis padres también quisieron mudarse para allá, pero tuvieron que conformarse con otra pequeña ciudad en la costa norte de BC llamada Prince Rupert, porque fue ahí que ambos consiguieron trabajo – ella como jefa de la biblioteca pública de Prince Rupert y el en una clínica médica.
Tuvieron que pasar varios años hasta que, en 1978, mis padres finalmente pudieron reunirse con nosotros en Powell River, donde Steffi trabajó como miembro del directorio de las escuelas públicas de la ciudad y nuestro padre continuó practicando la medicina. Una década después, luego de que nosotros (incluyendo a nuestros tres hijos) nos mudáramos a la hermosa ciudad de Victoria, la capital provincial, Steffi y Bernardo, ya jubilados, hicieron lo mismo para estar cerca de nosotros en su avanzada edad. Habiendo llegado a Victoria, Steffi y Bernardo se hicieron miembros de la comunidad del Templo Emanu-El y ella organizó una pequeña biblioteca para la comunidad judía y se involucró nuevamente con la Hadassah WIZO de Canadá. Pasaron el resto de sus días allí, y mi padre falleció en 1990 y Steffi en 2010.‬

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Steffi in Pocitos beach, Montevideo, ca. 1940
Steffi en la playa de Pocitos, Montevideo, por 1940
סטפי בחוף פוסיטוס (מונטבידאו), סביבות 1940

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